buen humor...

Venía regresando de Cuernavaca, la terminal estaba bastante llena, pensé que saldría como una hora después, pero por suerte alguien decidió cambiar su boleto a más tarde y pude ocupar su lugar. Había intentado boleto con descuento, pero pues según ya se habían acabado los descuentos en las próximas 3 horas... no pues así no. Ni modo, 80 pesos...
Me subí al camión y me di cuenta que mi asiento es de esos que van al revés, viendo hacia atrás... esos asientos no me gustan, como que me desespera no poder ver el camino y que el sol me esté pegando tooodo el tiempo en la cara... En fin, el chiste era regresar al DF...
En los asientos de al lado se sentaron un señor y su hijo, el niño tenía como unos 8 años, vestía un singular pantalón parchado y una chamarra del hombre araña, estaba chida, parecía como el traje del hombre araña, aunque al niño le faltaban músculos para llenarla, jajaja...
El autobús arrancó y la señorita (que no sé exactamente el término correcto de su trabajo, pero se encarga de repartir aguas, refrescos, jugos o café y unas palanquetas (de las cuales tengo una gran colección)), se acercó a nosotros ofreciéndonos algo de tomar... El niño inmediatamente dijo "papá, recuerda pedir la bolsa para vomitar" En ese momento, todos los pasajeros a la redonda volteamos a verlo, pusimos expresión de sorpresa y asco y casi casi algunos rezaron por que no ocurriera esa desgracia...
Pero el niño no paró ahí... "papá, recuerda que cuando vamos sentados al revés siempre me mareo, por la pera, pide la bolsa, no quiero que pase como la otra vez"
El papá pidió la bolsa y el niño dijo "está muy chiquita y desayuné mucho, otra por favor!"
La señorita trajo otra y le preguntó que qué quería tomar.
"Una coca por favor"
El papá le dijo "no no, cuál coca, jugo o agua, la cocacola es mala a esta hora"
"Ay papá, deja que tome mis decisiones, además es buena para el mareo, verdad señorita?"
La señorita no supo qué decir, y dijo, "bueno, qué jugo quiéres?"
El niño se sentó con los brazos cruzados, y fue viendo hacia afuera todo el camino. Por ahí de la pera empezó a toser, en ese momento yo dije guuuuuuuuacala, con que no venga la tos con premio, tooodo bien!
Por suerte llegamos al DF sin percances, todo en orden y con un buen entretenimiento que nos brindó el niño espantándonos.