11.19.2010

manejando

Llevo manejando varios años, comencé en Cuernavaca, lo cual me dio herramientas defensivas contra las subidas y las calles estrechas, bueno, y una cantidad impresionante de gente que no sabe manejar.
Nunca he chocado, aunque sí me han chocado, o mi carro se ha ido a estampar solito por falta de frenos.
Ayer venía de regreso de tutoría, después de echarme un choro mareador que salió bastante bien. El tráfico estaba de pesadilla, de eso que lo único que deseas es estar en otro lugar, como: la playa, el bosque, tu cama con una buena película, o de plano un helicóptero que te llevara en un dos por tres de un lado a otro.
Pero me sucede algo raro con el tráfico, y mientras venía manejando iba reflexionándolo.
Generalmente soy muy activa, tengo que estar haciendo algo, tengo que estar ocupada en algo siempre... y luego tengo insomnio, lo que hace que siga ocupada por más y más horas. Lo interesante es que desde hace unos años que regresé al DF me dí cuenta que me siento agusto en el tráfico, jajaja, en serio, me desespero un poco con otros automovilistas idiotas que creen que por traer una camioneta pueden pasar sobre tu carro. Pero por lo general disfruto del momento. Como que la histeria colectiva me hace sentir tranquila, o tal vez no tan acelerada.
Es como si la velocidad con la que vivo mi vida se viera empatada con la velocidad de la histeria de la ciudad...
Difícil de describir. Pero es que como que digo, bueno, no sólo yo estoy acelerada, y toda la gente tiene prisa o pretende que tiene prisa de llegar a algún sitio, es raro...
Además es bastante entretenido poner musiquita, ver cómo todos se mueven al son de la música que pones, cambiar a otra música, ver qué pasa y así, por un buen rato.
Luego ver las caras de todos, imaginar sus vidas de dónde vienen a dónde se dirigen...
No sé, lo único pesado es no tener un carro automático y poner a funcionar tus piernitas a cada rato, pero bueno, es ejercicio en cierta forma.
Así que si ven a alguien sonriendo en un embotellamiento, esa soy yo, pensando en todas estas cosas y dejando de pensar en tantas otras...

11.12.2010

amontonamiento cerebral

Son casi las 7 de la noche. Ha sido un día largo, como todos los días recientemente... podría decirse que viví más este año porque estuve más tiempo despierta, JA!
En fin, tengo un amontonamiento mental, no sé por dónde empezar en nada... Aquí he tratado de escribir desde hace varios días, sin suerte alguna, por x o y circunstancia.
La tesis me agobia, cualquier otro trabajo que esté realizando también... estoy cansada de tanta lucha por nada.
Pero bueno, quedan estos pequeños espacios. Debo narraciones, pero no sé por cuál empezar, o no sé si debería de escribir la impresiones de mi último viaje. Así que dejemos que las palabras fluyan solas, si es que todavía pueden y no las he reprimido también.
Tengo frío, no me gusta porque es un frío extraño, recorre mi cuerpo causando escalofríos, y eso me da más frío. Es raro porque casi nunca siento este tipo de frío, sólo cuando estoy enferma, pero no estoy enferma.
Mi viaje estuvo bien, fue muy diferente a otros viajes, estoy acostumbrada a viajar sola, o viajar un poco menos presionada, o con personas que conozco más. Ahora no fue así, viajé con mi papá, no hacíamos esto desde que yo tenía 8 años... Y eso claro que es extraño. Me dí cuenta que no lo conozco realmente, pero que puedo suponer varias cosas de él. También me dí cuenta que puedo ser paciente otra vez, aunque no lo parezca. Pero eso sí, no disfruto igual un viaje así.
Hubieron muchos momentos de tensión, momentos donde sólo quería explotar y decir tantas cosas que me han dolido tanto por tantos años, momentos tristes, momentos alegres, momentos de burla, momentos de decepción.
Pero encontré lo que iba a buscar, un momento para mi... Estaba acompañanda (toooodo el tiempo), pero Ana y ana tuvieron muchos momentos solas... Pensé en tantas cosas que la cabeza me dolía, pensé en tanta vida que dije ya fueron suficientes neuronas. Y no llegué a nada... estoy confundida.
Ver tantos museos, recordar lo mucho que me gusta Picasso, Miró, Chillida fue impresionantemente gratificante. Al ver sus obras, después de haber derramado por lo menos una lágrima, sonreía, sonreía auténticamente, pensaba en lo que estarían pensando, lo que estarían intentando plasmar, los terremotos cerebrales en los que se verían envueltos... la pintura, el olor al óleo, las texturas con las que expresaban tanto.
Ver calles, encontrarles detalles inusuales, encontrarles la vida del ser humano recordando que vive ahí y no que sólo transita por ahí, encontrarme con los espacios públicos tomados, recuperados, expresivos, apasionados también fue algo muy bueno. Me hizo pensar que tal vez se puede, tal vez la ciudad no cayó encima de nosotros por completo, que tenemos una pequeña oportunidad de hacernos visibles nuevamente.
Ideas, ideales, ilusiones que toqué mientras recorría tantas ciudades.
Sueños de carcajadas que sólo representan mi tristeza, mi frustración en mi vida real, mis dolores.
Caminar, correr por las calles desconocidas, llenar mis ojos de imágenes nuevas, llenar mi cabeza de ideas pasadas...
Granada fue espectacular, diversa, en movimiento, antigua, moderna, feliz, triste, contrastada.
Barcelona pintoresca, rítmica, geométrica, ilusoria, soñadora, multicultural, turística.
Toledo laberíntica, terrosa, seca y cálida, olorosa.
Madrid imponente, parecida, arrogante, fría.
Bilbao diferente, viva, colorida, activa, cultural, intrigante.
Sevilla cálida, soñadora, envolvente, ruidosa.
San Sebastián compacta, fluída, elegante, abierta.
Córdoba pequeña, desorganizada, acumulada, impositiva.
Oporto intrincado, nostálgico, escalonado.
Lisboa brillante, inconforme, combinada.
No sé, son como descripciones de lo que sentí en esos lugares, lo que me dejó cada ciudad, y seguramente se sentirían diferente en otros momentos, o por otras personas.
Ya tardé mucho escribiendo esto y no dice nada, jaja... ni modo, otro día seguiré escribiendo, espero