12.11.2006

hablando imágenes... narraciones de un autobus

A veces realmente no valoramos lo que tenemos, tomamos todo como viene y no damos gracias de nada... y por eso existen momentos que te hacen reflexionar mucho sobre la vida.
Hoy por la mañana regresaba de cuernavaca en el autobús de las 8:00, me tocó el asiento 3. Me instalé y a los pocos minutos entró un señor de edad avanzada con su hijo ayudándolo, preguntando cuál era el asiento número 4, era al lado mio, pero el señor ya casi se sentaba del otro lado, su hijo le dijo, no al otro lado. Ahí es cuando noté la ceguera del viejito, lo dejé sentarse en mi lugar y me recorrí al asiento 4.
Cuando entramos a la autopista empezamos a platicar..
-Señor: Disculpa, ¿Me podrías hacer un favor? Soy ciego desde hace 15 años y recuerdo que en esta época del año el camino de Cuernavaca al DF era realmente hermoso, ¿podrías irmelo describiendo?
-Ana: Claro que si.
Comencé por contarle que el sol estaba empezando a salir, que el cielo estaba azul, no había ni una nube, no había bruma ni neblina en las montañas. Que los árboles alrededor estaban verdes, húmedos y ligéramente iluminados por el sol.. después le describí los cerros de Tepoztlán, y el Popocatepetl, luego más pinos, más densos, menos luz, más sombra creada por los árboles y finalmente los conos de paja que hacen en esta temporada, que parecen pequeños sujetos entre las montañas.
Todo el camino estuvimos hablando sobre eso, sobre cómo él recordaba que los pinos más cercanos a la autopista tenían los trocos pintados de blanco y que eran siempre pequeños a comparación de los demás, y que parecía que esos pinos marcados estaban encarcelados porque sus ramas crecían hacia la carretera como buscando libertad de sus propios compañeros y de su ubicación...
Realmente fue muy interesante todo lo que platicamos, sobre las montañas, sobre el sonido del aire, sobre el olor de la lluvia, de los pinos, de la tierra, sobre los colores y las luces que se hacen entre los árboles... y después de un rato los dos callamos... tanto él como yo teníamos lágrimas en nuestros ojos debido al no poder observar realmente lo que tenemos enfrente...
finalmente me dijo, "todos somos ciegos desde nuestro nacimiento..."

3 comments:

Anonymous said...

aaay ana!!!! siempre te toca cada cosa a ti en los autobúses.... nombre... pero es que si es cierto eso de que nunca nos damos cuenta... de lo que realmente tenemos y lo que realmente pasa... y pues lo bueno es que hay momentos como ese y muchos otros....
y silencios como ese y muchos otros...
saludos
y
sonrisas

Ale Morando said...

ay Ana! que hermosa historia, deberías hacer un cortometraje o algo así.. hasta la imaginé mientras la estaba leyendo :)

a veces es cierto, tomamos la vida tan en serio que olvidamos los pequeños detalles a nuestro alrededor que le dan ese sabor y toque especial a la vida diaria...

gracias por compartirnos esta historia..

Angawen said...

Que suerte tuvo ese viejito de sentarse a tu lado. Igual y otra persona tambien le hubiera descrito el paisaje pero como lo cuentas estoy segura de que pocos lo hubieran descrito con tanta sensibilidad como tu.
A veces es impresionante el pensar en todo lo que cambiaria si estuvieramos ciegos y la sensibilidad que adquiririamos para otras cosas