Un día estaba pensando en líneas, líneas de expresión, arrugas, en líneas naturales que se forman en nuestro cuerpo. Recuerdo dos caras que me impactaron, la primera la de mi abuelita, ya enferma y agotada, llena de líneas, recuerdo verla en su cama, sufriendo, haciendo que todas sus líneas formaran grandes grietas que parecían tener años de movimientos. Mientras la limpiaba, mientras le contaba cosas para pasar el tiempo, veía cómo todas estas líneas se movían, formando figuras abstractas, formando rostros, formando más vidas. Eso me dejó impactada, ningún tatuaje podría tener ese impacto sobre mi, porque mientras yo le contaba algo veía cómo lo que le contaba se movía en su rostro.
La segunda cara es desconocida, una fotografía de Sebastiao Salgado, una viejita que no pude evitar poner en uno de mis trabajos gráficos, cuando vi la fotografía me vinieron los mismos recuerdos de cuando vi a mi abuelita en su cama, hice varias copias de esta fotografía, y con xilol me encargué de hacer mi propia versión de líneas confusas sobre su cara, lo que ví, no lo veo más, pero sé que está ahí.
Hace poco leí el hombre ilustrado, un cuento-novela de Ray Bradbury, me recordó tanto lo que sentí en esos momentos con esas líneas. He visto muchos tatuajes por curiosidad, tatuajes en la cara, pero ninguno como esos naturales que expresan tantas cosas, tanto vivido, tanto olvidado, tanto profundo.
Las líneas en mi cara se están moviendo, se mueven con cada respiro y con cada mirada, se mueven cada día, cada experiencia, cada comentario. Las líneas se mueven, sólo espero algún día poder tener esas líneas tan impresionantes como las de esos dos rostros y ahora no existe un Para qué? porque eso solamente yo lo sé.
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