1.06.2011

el encantador de perros del metro

Hoy me fui más al norte, a descubrir nuevos lugares, nuevos olores, nuevas formas de vivir esta ciudad, me la pasé muy bien.
Unas estaciones después de que me subí al metro, entró un señor con una caja grande, y dentro de esta caja había un perrito, un cocker de unos cuantos meses.
Se paró junto a mi, yo iba viendo al perrito y seguro haciéndole caras (como si me fuera a ver o a contestar con una sonrisa, ajá sí claro!)... De pronto se acercó un señor, vestido en ropa bastante sucia y con un aliento alcohólico impresionante, de esos que huelen a kilómetros de distancia.
Al ver al perrito, se detuvo; era un hombre de unos 40 y tantos años, delgado, cabello esponjado y medio canoso, bigotes abundantes. Vistiendo un pantalón con hoyos por todos lados, una camisa muy sucia. Tenía las manos llenas de aceite pero eso sí, sonrió de lado a lado al ver al perrito.
sr.borracho: Disculpe señor, ¿puedo sentarme aquí junto a su perrito? ¿no muerde verdad?
sr2. siéntese, no hace nada, está chiquito.
srb: ¿cuántos meses tiene?
sr2: 4
srb: muy bonito muchachito, ¿para quién es, sus hijos?
sr2: no, para mi sobrina
srb: eso habla muy bien de usted, seguro es un hombre de buen corazón. O no juanito, yo te voy a bautizar como juanito, te ves como un juan pero más bonito. Te voy a contar varias cosas que te serán de utilidad a lo largo de tu vida, que claro, es más corta que la de un hombre, pero es más feliz, no necesitarás de copas para sentirte bien, un abrazo de un niño y serás feliz.
Mi primer perro lo tuve a los 20 años, vivía solo y trabajaba de panadero, el pan huele rico, algún día se te antojará y recordarás mis palabras. En fin, me regalaron un perro, un amigo que no lo podía cuidar, era un pastor alemán, bonito, grande, fuerte. Yo no sabía nada de perros en ese entonces, no sabía que podía hablar con ellos. Le dábamos de comer arroz con pollo, dormía en mi cama, se bañaba conmigo, le gustaba el agua caliente. No paseaba con él, siempre estuvo en casa. A veces, cuando sobraba le llevaba un pan de dulce, una concha, panqué, polvorón. Era feliz.
Un día un amigo fue a visitarme, y cuando me dio la mano para saludarme, mi perro lo mordió, arrancándole un dedo. Me di cuenta que mi perro era celoso, posesivo, igual que mi esposa; nadamás que éste sí soltaba la mordida.
El siguiente mes alguien lo envenenó, no lo querían en mi barrio, lloré mucho y decidí adoptar a otro perro. El siguiente era callejero, no le gustaba el pan, le gustaba la carne, el pollo, la buena vida de los pellejos y grasitas. Me vivió 12 años. Lo lloré mucho, era fiel, nunca mordió a nadie, caminaba a mi lado, y me ayudó a no sentirme mal de haber perdido tantas cosas en ese entonces. Porque sabrás tú juanito, me quedé sin trabajo, era un mecánico bien chingón, pero borracho chingón también, hasta el punto donde el taller se incendió y lo perdí todo. Mi esposa me dejó, se llevó a mis hijos, y me dijo quédate con tu pinche perro.
Así estoy desde hace muchos años, no sé ni cuantos, de bar en bar, echándoles la mano a algunos cuates mecánicos y chupándome lo que gano después... así es juanito, pero debes de cuidar a tu dueña, te va a hacer feliz y tú la harás muy feliz siempre.

El señor del perro se disculpó por cortarle la inspiración al borrachín, se fueron, el borrachín derramó algunas lágrimas y luego sacó una botella de su bolsa, se echó unos tragos y dijo, por los perros, porque los humanos somos una horrenda creación del universo.

4 comments:

Ale Morando said...

Me hizo sacar una lagrimita esta historia porque me recordó a mi perrita, pobre señor, se dejo llevar por el alcohol y luego no le quedó nada..

¡Qué bueno que regresaron las narraciones del metro!

Saludos y abrazos

choco Nocturno said...

¡Qué gran entrada! Yo te agradezco.

Camilo Velazquez said...

Por los perros, por que los humanos somos una horrenda creación del universo. Que palabras del señor borrachin!

Marisol said...

Que buen relato... y si que buena cita del señor... por eso amo a mi perrita... saludos