Siento que al contar esto último de ese viaje dejaré muchas cosas atrás, por eso lo dejé para este día, para el fin de Septiembre, un mes muy raro, muy cambiante y demasiado demandante para mi corazón.
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Llegamos en la tarde a Praga, entre la lluvia, un poco de aire, y como siempre, sin mapas ni ideas de cómo llegar al hostal... la lluvia nos mojaba y empezaba a borrar nuestras sonrisas. Entendimos que estábamos en una estación de trenes más cerca del hotel, pero por lo mismo más retirada del centro. Llegamos al hostal, grande también, pero en otro estilo, un hostal hecho básicamente para angloparlantes con un poco más dinero y más ganas de reventarse... Entramos a nuestro cuarto, camas separadas, un viejito estaba en la litera de abajo de donde dormiría Iván, se nos quedaba viendo y se reía, nos empezó a decir cosas, pero evidentemente no entendemos mucho, después de un rato, no sé si entre señas, deducciones, o ciertas palabras y ademánes entendí que él se iría a las 9 am del día siguiente y yo podría ocupar su cama y así los dos quedaríamos en la misma litera.
Nos pusimos nuestros trajes de baño y fuimos a la alberca del hostal, raro que tuviera alberca, pero pues a Iván se le cocían las papas por ir a nadar. Mugre agua helada congelada, y a secarnos con la supertoalla apestosa que traíamos desde atenas... total que compramos otra toalla ahí en el hostal, ya era demasiado foco de infección para mi. Me di un baño, nos vestimos y ya que había disminuido un poco la lluvia fuimos al centro de Praga a ver y cenar (sí, comida otra vez para aquellos hambrientos) Pasamos por el famoso puente Carlos, tomé unas fotos y me dí cuenta de las arañas horrorosas de Praga, están por todos lados, en las estatuas, en los faros, en las paredes, en todos lados!!! Ya que salté y me dieron mis acostumbradas ñañaras fuimos a buscar dónde comer... Encontramos un lugar como de comida-cena corrida, fueron como 80 pesos por los 2, sopa de pasta con verduras y un sabor como especial, un gulash (o como se escriba) papas, postre, cerveza de Praga... estuvo rico aunque nos lo tuvimos que comer rápido porque ya iban a cerrar y se iban a ir de fiesta, jajaja, pero he de decir que la sopa calientita en una noche lluviosa y fría, el gulash y postrecito me cayeron de maravilla.Fuimos a ver el dichoso reloj a las 12 de la noche, a ver si hacía algo, pero no pasó absolutamente nada. Regresamos en el tranvía nocturno, nos tocó ver a los tantos turistas medio pedos a esas horas de la noche. Y regresamos al hostal donde todos nuestros compañeros de cuarto se estaban perfumando y disponiendo a salir de pachanga.
Al día siguiente a recorrer Praga, el puente en el día, lleno de turistas, las torres, el reloj que no hacía absolutamente nada, las calles, los cafés, cerca del río, tiendas de carteles, el museo nacional, y que se suelta la tormenta, a cubrirnos en un café a comer algo, una sopita, y no recuerdo qué más... hacía frío, llovía mucho, estaba muy cansada e Iván se empezaba a sentir enfermo. Más fotos, más lluvia, más entrar y salir de tiendas de souvenirs para protegernos de la lluvia. En la noche fuimos a cenar a un restaurante-bar-jazz, estaba chido, comimos rico, un chorronal, y tomamos vinito de la casa, se nos subió y nos reíamos como locos. Regresamos temprano, antes de la hora de los borrachines... día cansado pero interesante.
Al día siguiente a los lugares de interés masivos, la zona judía y el castillo. Primero fuimos a la zona judía, arquitectónicamente interesante, en cuanto a lo demás, mejor me quedo sin comentar, porque luego ya es demasiado tour-faramaya-holocausto.... Iván se sentía peor, no había podido sacar dinero, sentía como si le fuera a dar catarro y yo ya no sabía ni qué hacer. Fuimos al castillo, entramos, hicimos colas, subimos muchas escaleras, tomamos fotos, hacía frío, llovía, teníamos hambre, bajamos, comimos en un lugar de pizzas, con trabajos nos alcanzó el dinero en efectivo para pagar, me compré muchos souvenirs inservibles, pasamos a un mercado, salió el sol y nos fuimos por nuestras cosas al hostal y a esperar el autobus que nos llevaría al aeropuerto donde regresaríamos a Londres.
Praga es una ciudad bonita, muy como para pasar unas vacaciones cortas ahí, tiene varios museos como el de Mucha, que valen realmente la pena, pero también está lleno de turistas y los locales no son muy amables con el turismo, tampoco es tan fácil recorrer la ciudad ni se presta a que la gente platique contigo sobre la situación del País ni nada... Me gustó, no lo niego, me gustó mucho en la noche, y en el sol, pero es también una ciudad demasiado turística y eso como que luego me cuesta trabajo.
Así terminó el viaje, apresurado, lleno de cosas, mojado, cansado, y ni se diga del regreso a Londres en la madrugada, tomando el último tren hacia el centro de Londres (victoria) y tomando autobuses nocturnos para llegar al dormitorio de Iván....
Pasó, quedó todo ese viaje en mi memoria, en mi corazón, y en las narraciones de este blog.